Opinión

En la trinchera de lo público, en la batalla de lo comunitario

Esto no es competencia en igualdad de condiciones, sino una carrera desigual donde las instituciones públicas salen perdiendo.

Publicado originalmente en Nortes el 4 de febrero de 2025.
Artículo de Daniel Sierra, Estudiante de doctorado en Uniovi, Secretario de Formación y Batalla cultural de IU Asturias y militante de IU Mocedá.

El reciente debate sobre la llegada de universidades privadas a Asturias, y la postura del rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, frente a este fenómeno, revela una problemática más profunda: la creciente mercantilización de la educación bajo el sistema capitalista tras la perdida de la hegemonía del neokeynesianismo. Este desembarco es un retroceso que lleva a una mayor desigualdad y convierte paulatinamente un derecho social en un privilegio de mercado. Llevamos décadas sin que en España se abra ya no una universidad, sino directamente un campus público. Mientras tanto las facultades privadas siguen creciendo y están a punto de superar en número de campus a las públicas.

No sorprende la furibunda reacción de los poderes económicos y de sus aparatos de propaganda en contra del rector Villaverde que hace simple y llanamente lo que debería hacer cualquier rector de una universidad pública, defender los intereses de la universidad y por ende los intereses comunes de la ciudadanía y de la región. En mi época en la universidad me tocó coincidir y debatir con el rector Villaverde en el claustro y nuestras diferencias políticas son muchas, pero la defensa de la universidad pública es un punto en común que está por encima de todas las desavenencias.

Celebrar la llegada de universidades privadas como un signo de progreso, argumentando que generarán empleo, retendrán talento y revitalizarán las áreas donde se instalen, comos se ha podido leer estos días en la prensa local, es simplemente falaz ¿Dónde está el progreso en la mercantilización de la educación superior? Lo que no se puede permitir es que la educación siga convirtiéndose a pasos agigantados en una mercancía en los vaivenes del mercado. El conocimiento debe ser un bien común y no un producto de consumo accesible solo para quienes pueden pagarlo. Pero tampoco podemos negar que estas dinámicas se den en la universidad pública en menor medida.  

La llegada de universidades privadas que lo único que buscan es el lucro lo que nos muestra es una oferta insuficiente de plazas en la universidad pública. La Universidad de Oviedo, que recibe fondos públicos, se ve obligada a operar con limitaciones presupuestarias, mientras que las universidades privadas pueden invertir en infraestructura, tecnología y profesores de alto perfil, gracias a sus elevadas matrículas. Esto no es competencia en igualdad de condiciones, sino una carrera desigual donde las instituciones públicas salen perdiendo. El rector Villaverde tiene razón al señalar que competir en estas condiciones es como “correr Le Mans en un Fiat 600 con una rueda pinchada” y más cuando conocemos que el ayuntamiento de Avilés llega a un acuerdo con la Nebrija para que ocupen el Palacio de Camposagrado, que hasta ahora era utilizado por la ESAPA. Un espacio que debería estar a disposición de la comunidad, no de los intereses privados.

Mientras que la universidad pública promueve una formación integral y amplia, las universidades privadas se centran en la empleabilidad inmediata y las necesidades del mercado.

La competencia en el ámbito educativo no genera igualdad de oportunidades, porque en ningún momento ese es su objetivo. Lo único que genera es mayor desigualdad. Por ello la llegada de universidades privadas a Asturias no es un motivo de celebración, sino un síntoma de la mercantilización y de la degradación de la educación desde hace varias decadas. Un proceso de consolidación de la desigualdad que convierte lo que debería ser un derecho social en un privilegio de mercado. En lugar de competir, las universidades públicas lo que necesitan es ser fortalecidas como espacios comunitarios que no dejen a nadie atrás. No necesitamos más facultades privadas que solo se benefician de las debilidades de la universidad pública.

Otro problema derivado de esta privatización de la educación es el tipo de conocimiento que se imparte. Mientras que la universidad pública promueve una formación integral y amplia, las universidades privadas se centran en la empleabilidad inmediata y las necesidades del mercado. Esto genera un modelo educativo donde el conocimiento queda supeditado a los intereses empresariales, alejándose de una formación humanística y científica que contribuya al desarrollo social en su conjunto.

Y lo más sorprendente (o no) de todo esto no es el apoyo de los lobby empresariales a través de sus medios de comunicación, sino el apoyo de una parte del gobierno y del ayuntamiento de Avilés al establecimiento de estos centros que deberían ir en contra de las siglas que representan: Socialista y obrero; porque no hay nada menos socialista que la mercantilización de la educación. En la última asamblea de IU Asturias desde IU Mocedá presentamos una resolución que se aprobó por unanimidad en defensa de la Universidad de Oviedo, en defensa de una institución pública que debe ser reforzada. Y en esa trinchera nos encontrarán.

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